La Familia Cristiana
Tenemos un gran tesoro en
nuestras manos; la Palabra de Dios. Ella
es quien nos instruye en todos los aspectos de la vida, muchas veces por
desgracia no vamos a este río de Agua fresca para encontrar su guía y sus eternas
enseñanzas. Que sabio es el hombre que
se entrega a escudriñará para saber como debe andar en su peregrinaje, pero que
necio el que dejándola a un lado anda a ciegas golpeando el aire.
Necesitamos tomar sus
principios, sus enseñanzas y su dirección para como cristianos ser luz en medio
de densas tinieblas. Debemos ser EDUCADOS en la Palabra de nuestro Señor, y
educar a la siguiente generación.- La
educación es aprendizaje, y el aprendizaje empieza con la vida. Las actitudes, los sentimientos y los
patrones o diseños del hombre empiezan en la concepción. La educación no empieza para el niño en su
primer día de escuela, sino que los valores para su vida tienen que ser
inculcados por los padres desde su más
temprana edad. La educación (o
enseñanza) empieza con la vida, pero¿cuando termina?...Hermano, permitame
contestarle a esta pregunta formulandole otra; ¿Enseñamos a nuestros hijos para
el tiempo o para la ETERNIDAD? Si sólo
tenemos visión para este mundo educaremos a
nuestros hijos para este tiempo, pero si nuestros valores son eternos
también lo será nuestra enseñanza. ¡Cuán
grade es la responsabilidad que el Señor nos ha dejado en nuestras manos
preparar vidas PARA LA ETERNIDAD! Eso
requiere que demos a nuestros pequeños,conocimiento,inteligen-cia y sobre todo
Sabiduría (Prov. 2) Estos pilares
crearán en el niño un carácter sólido y formarán en él la habilidad de
escuchar, de razonar y la preciosa habilidad de comunicar, de esta manera estaremos
preparando a la siguiente generación (Salmo 78).
Pero el campo de instrucción del
niño no se resume al hogar sino que su palestra educacional está dividida en
tres zonas básicas: a) El HOGAR, b) LA IGLESIA y c) LA ESCUELA. Y es justo aquí, en la escuela donde muchas
veces aparecen los conflictos.
Si el ambiente del hogar, de la
escuela, y de la Iglesia no és consistente con la realidad y si tales
instituciones tienen conflictivos puntos de vista acerca de la vida, entonces
un falso dualismo divide la
vida del niño. Empieza a pensar que el
mundo está dividido en dos áreas; lo secular y lo sagrado y entonces queda
confuso.
Una relación y una armonía
apropiadas debieran existir entre el hogar, la iglesia y la escuela. Los tres
deben hablar con una sola voz en relación a los valores absolutos dados por
Dios. Y los tres deben ser consistentes
con la voluntad de Dios y con su Palabra.
¿Por qué muchos de los jóvenes
se van al mundo y se pierden cuando aprueban su escuela primaria o
secundaria? Fundamentalmente debido a
esa inconsistencia. Lo que a los jóvenes
se les enseña en un lugar se les niega con lo que aprenden en el otro.
El niño entonces se siente
frustrado y empieza a creer lo que quiere creer, más bien que lo que para él es
lo correcto creer. Lo que él necesita es
ver que esos mismos valores básicos sean fortalecidos por el hogar, la escuela
y la Iglesia juntos.
A muchos de los jóvenes
cristianos se les enseña a vestir, a vivir, a hablar y actuar como el mundo; y,
sin embargo, sus padres no pueden entender por que a ellos no están ganando al
mundo para Cristo. Pero si las normas
cristianas y el no practicar las cosas del mundo se les enseñan en el hogar y
en la Iglesia los jóvenes se convertirán en relucientes evangelistas.
Todo lo hasta ahora dicho nos
pone delante de una gran necesidad, necesidad que sólo el Señor puede suplir a
través de Hombres y Hogares con visión de las cosas eternas. Me estoy refiriendo a la necesidad de
ESCUELAS CRISTIANAS y de FAMILIAS QUE EDUQUEN A SUS HIJOS SIGUIENDO LOS
PRECEPTOS DE DIOS.
Lo más triste de todo es que
nuestra querida España no posee estos centros educativos. Tampoco hermano te pido que quites a tus
pequeños de la escuela estatal, pero sí hermano le pido al Señor que él nos
haga conscientes de esta gran necesidad.
Para conseguirlo nos faltan muchas cosas, pero podemos orar. Es un gran reto pero no hay imposibles para
Dios (Lucas 1:37).
Para el cristiano todo terreno
es tierra Santa, toda zarza es zarza que arde, la vida no está dividida entre
lo secular y lo sagrado... todo deber ser “dedicado, apartado para los usos
del Señor.”
En próximos números quiero
tratar un poco más detalladamente los principios de la Educación Cristiana no
sólo en cuanto a los niños sino en cuanto a la vida en general a fin de
ser vasos para honra, santificados, y útiles
para los usos del Señor, y aparejados para toda buena obra. (II Timoteo 2:21)
Pedro
Pinyol
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